La paradoja de la prevención del blanqueo
El pasado mes de septiembre nos encontramos con la noticia de que el CEO global de Deutsche Bank anunciaba su dimisión tras el sonado escándalo de blanqueo de capitales con clientes de la entidad. Otros casos, como el de Nissan o el de Parques Reunidos en España, cuyo CEO dimitió recientemente tras un 'profit warning' para 2018, se han sumado a la corriente, que parece marcar tendencia.
El coste personal y profesional para los directivos unido a los costes reputacionales para el sector financiero, ponen en primera plana dos cuestiones; si pagarán justos por pecadores (pena personal por encima de la corporativa), y sobre todo, y principalmente, si la regulación de la prevención del blanqueo de capitales es la adecuada dadas las abundantes dudas sobre la eficacia de la misma.
Lo cierto es que lo que empezó allá por el año 1992 como una tímida iniciativa de lucha contra un delito desconocido hasta el momento como es el blanqueo de capitales, cuesta hoy puestos a altos directivos de entidades financieras, amenaza pérdidas económicas ligadas al coste reputacional para el sector, y hasta vidas de periodistas como Dafne Caruana quien resultó asesinada en Malta tras su participación en los trabajos que documentaron los famosos papeles de Panamá, en donde se evidenció la participación en tramas de cuentas en paraísos fiscales de los propios políticos y dirigentes internacionales que participan en la creación de leyes pro-prevención del blanqueo.
Como decimos, el anuncio del CEO parece no ser la única ni la última consecuencia de este incidente. El clamor popular de justicia y la trascendencia social de este tipo de escándalos auguran un recrudecimiento de las políticas de “enforcement” de la prevención del blanqueo, al mismo tiempo que ponen el acento sobre la cuestión clave en todo este tema.
¿Acaso vamos por el buen camino? ¿Las medidas de regulación son eficaces y oportunas para conseguir el objetivo preventivo que se persigue?
Los detractores del modelo preventivo dirán que es evidente que no sirven para obtener los fines preventivos buscados, como muestra el número creciente de casos que salen a la luz. Los defensores del modelo preventivo del blanqueo que rige en la actualidad suelen alegar a este respecto que salen más casos a la luz precisamente porque se detectan, cosa que antes no ocurría quedando impunes e inéditos al conocimiento público. Como quiera que fuese, lo cierto es que la cuestión es compleja y da para un intenso debate, pero lo cierto es que el número de casos in crescendo, así como la creación de reguladores administrativos previos a la vía penal judicial, hace pensar que puede estarse poniendo el acento en la sílaba equivocada, y prevenir conductas que no son las deseadas por el espíritu de la norma.
El hecho además, criticado por muchos, de que se centre la prevención del blanqueo en un modelo dinerario físico (de papel) en un mundo en que el dinero se mueve a golpe de botón, convierte el sistema en obsoleto. Si a esto unimos el detalle de la transición evidente a la criptomoneda y los riesgos que ello implica para la prevención del blanqueo de capitales, entonces tenemos el cócktail perfecto para perpetuar las dudas sobre la reputación de un sector, como el financiero, pieza clave de la economía global.
Para profundizar en estos temas y cuestiones CEF organiza su Curso de prevención del blanqueo de capitales
Ricardo Seoane Royo
Abogado, asesor de compliance, estrategia e innovación