La partitura de la empresa
Si hubiera que hacer una metáfora de lo que la contabilidad es a las Bellas Artes podríamos decir que la contabilidad es la partitura de la empresa. En ella se pueden ver cada una de las notas de la composición musical que conforma la empresa por separado, y analizar su cohesión interna como un todo. Tradicionalmente la contabilidad ha servido como mera obligación para liquidar los preceptivos impuestos, a lo sumo como herramienta de control interno de las operaciones y del estado de la economía de la empresa. Pero la contabilidad encuentra su máxima utilidad en el análisis contable o de estados financieros, ya que un buen analista hará de su herramienta no solo la partitura, sino la radiografía de la empresa, con múltiples aplicaciones como la gestión del fraude, la prevención de delitos corporativos, la estrategia y el value investment o el placer del puro análisis.
Como todos los contables y la mayoría de licenciados en empresariales saben, los estados financieros de la contabilidad, básicamente, son el de situación representado por el balance general o de situación, los resultados que se reflejan en la cuenta de pérdidas y ganancias, el estado de patrimonio neto que se documenta por medio del Estado de cambios en el patrimonio neto y la memoria que también se denominaba nota en la terminología al uso. Posteriormente se incorporó el estado de flujos de efectivo para determinar el flujo de caja y la tesorería, en íntima relación con las ventas y las operaciones de la organización.
Hay que tener en cuenta que no es lo mismo la configuración de los estados financieros que su análisis. La primera se concentra en el cumplimiento de los pormenores que detalla el Plan General contable o la normativa específica o sectorial que lo regule; mientras que la segunda se enfoca en la extracción de conocimiento útil de los datos que recoge la contabilidad. En este sentido se puede decir que el análisis contable es el preludio de la inteligencia financiera.
El estudio de los ratios contables es una de las áreas de conocimiento más importantes del análisis contable, ya que la intersección de datos siempre arroja información valiosa sobre aspectos que subyacen tras la frialdad de los números. Los ratios se suelen dividir según la función que cumplan, y así los hay de liquidez, de endeudamiento, de gestión (que operan como indicadores) o de rentabilidad. Algunos de los ratios de más relevancia son el de endeudamiento remunerado o no remunerado, útiles para determinar la deuda deducible fiscalmente; el de solvencia o los de rotación de carteras e inventarios, que se utilizan para ver el ciclo integral de las operaciones de la organización y los períodos de almacenamiento hasta la venta.
Hay que decir, por último, que esta disciplina no es exclusiva, ni siquiera podríamos decir que propia, de contables. Muy al contrario, quienes más dominan la materia son los de la banca de inversión, no en vano se han visto obligados a valorar empresas con la sola información de fríos números, lo cual les ha potenciado a extraer el máximo de los mismos.
El análisis económico de estados contables se encuentra en pleno reto disruptivo a raíz de auge del llamado análisis cualitativo. La evidencia de que los métodos de proyección de flujos no sirven para reflejar el potencial real de la empresa se produjo en la crisis de 2008, con el boom de las subprime, y desde entonces se ha fomentado el estudio de los números desde la lógica y el sentido común, más allá de fórmulas estereotipadas.
En este sentido, la contabilidad debe servir como base de datos numérica de la que sacar conclusiones poniéndola en relación con la tensión de las fuerzas de la competencia en los mercados de bienes y servicios, a fin de correlacionar aciertos y fallos en los números con la ventaja competitiva que debe crear, desarrollar o potenciar la organización en cuestión.
Por todas estas razones y más el CEF.- lleva preparando a sus alumnos para el análisis contable desde hace más de 10 años con la edición continua del Curso Monográfico sobre Análisis de Estados Económico-Financieros.
Ricardo Seoane Royo
Abogado, asesor de compliance, estrategia e innovación