El monstruo de los mercados financieros
Desde el estallido de la primera crisis económica de finales de 2008 en EEUU se ha sumado al vocabulario popular una serie de términos hasta entonces inusuales propios del mundo de las finanzas cuyo significado poca gente conoce cuando los utiliza. Podemos recordar como en las tertulias de medios de comunicación se hablaba de los mercados financieros como si de un monstruo cruel se tratase, cuando en realidad éstos se componen del ahorro de miles de inversores y, muchos de ellos, sin saberlo, tienen sus ahorros invertidos en un fondo mientras echan la culpa a los mercados de la situación económica. En España, los mercados financieros se representan en la figura de las Instituciones de Inversión Colectiva (IIC) fondos y sociedades de inversión principalmente.
Su misión es, básicamente, canalizar la inversión colectiva hacia los sectores de la economía más eficientes, y por ello más rentables, en cada momento, liberando de esta forma el apalancamiento en sectores obsoletos para redirigirlo hacia donde más rinde, en una suerte de “selección natural” del capital, según versionan los economistas liberales clásicos.
Dicen los expertos que el conocimiento de las finanzas globales es uno de los más complejos de las ciencias empresariales. Hay que comprender toda la dinámica y estructura de los productos financieros (renta variable, renta fija, divisas, IIC, derivados, IPF) y, también es necesario tener conocimientos serios sobre riesgos en el sector financiero, en todas sus tipologías; mercado, solvencia, liquidez, etc.
A partir de aquí queda profundizar en la estructura legal y mercantil de este tipo de instrumentos de inversión, así como en el plano del impacto fiscal de la inversión, ya sea en el momento de la constitución por la aplicación de posibles beneficios tributarios, como en la retirada de fondos por el gravamen al que en cada caso se sometan.
Por último, y tal vez más importante, nos quedaría, para tener una idea clara de la materia en su conjunto, el análisis de los mercados financieros, que, en el plano práctico, se traduce en la pregunta de qué fondo elegir para nuestra inversión o la de nuestros clientes si somos mediadores financieros.
En el segundo caso se trata de la construcción de lo que vendría a representar la cartera de inversión óptima. Para ello hay abundante literatura especializada intentando determinar el modelo óptimo de configuración de carteras. Existiendo varios, es el de Marcowitz el más generalmente aceptado.
Si hablamos de la selección de fondos para nuestra inversión, existen igualmente indicadores que podemos seguir para construir nuestra propia cartera de fondos. De este modo se deben estudiar los ratios más habituales al efecto (información, Sharpe, Sortino, etc, etc), para observar la evolución de cada uno de ellos y tomar una decisión más informada.
Para cubrir toda esta amalgama de conocimiento especializado, CEF ha diseñado el Curso Práctico de Gestión de Carteras y Fondos de Inversión.
Ricardo Seoane Royo
Abogado, asesor de compliance, estrategia e innovación